En este artículo vamos a explorar en profundidad qué son las rabietas, por qué aparecen, a qué edades son más comunes y cómo afrontarlas desde una mirada respetuosa. También abordaremos qué nos quieren decir, cuándo pueden indicar una dificultad mayor y cómo acompañar a nuestros hijos e hijas en este proceso de crecimiento emocional.
Las rabietas suelen aparecer entre los 18 meses y los 4 años de edad, coincidiendo con una etapa de afirmación de la autonomía y exploración del entorno. Es normal que durante este periodo expresen con más intensidad sus deseos y necesidades, y que se frustren con facilidad cuando no pueden conseguir lo que quieren o cuando se enfrentan a normas y límites.
A medida que el lenguaje se desarrolla, la capacidad de expresarse mejora y las rabietas tienden a disminuir. Sin embargo, pueden reaparecer en etapas posteriores ante situaciones de estrés, cambios o dificultades emocionales.
Cada rabieta tiene un mensaje detrás: puede ser la manifestación de una necesidad básica no cubierta (sueño, hambre, sobreestimulación), una demanda de atención o una dificultad para adaptarse a una situación nueva. En ocasiones, también pueden reflejar una emoción intensa como tristeza, miedo o enfado que no puede identificar ni comunicar.
Escuchar con atención, observar el contexto y conocer a nuestro pequeño o pequeña nos ayuda a interpretar qué hay tras la conducta. De esta forma, podemos responder de manera más empática y efectiva.
A esta edad, están en pleno descubrimiento de su identidad. Es común que digan «no» con frecuencia y que reaccionen con frustración ante pequeñas contrariedades.
Con el desarrollo del lenguaje y del pensamiento simbólico ya pueden comenzar a identificar emociones, aunque aún necesitan ayuda para gestionarlas.
Aunque las rabietas suelen reducirse, pueden aparecer en situaciones de estrés o frustración. En esta etapa ya pueden reflexionar sobre su comportamiento y participar en la búsqueda de soluciones.
Aunque las rabietas son parte del desarrollo, pueden requerir atención profesional si:
En estos casos, es aconsejable consultar con un o una especialista en psicología infantil o pedagogía para valorar el caso y ofrecer orientación.
Afrontar las rabietas no significa evitarlas a toda costa, sino acompañarlas de forma que el niño o la niña se sienta comprendido, guiado y respetado. Las rabietas ofrecen una oportunidad para enseñar a identificar las emociones, poner límites desde el afecto y desarrollar habilidades de autorregulación que serán valiosas para toda la vida.
En Centro EDUCO, trabajamos cada día para acompañar a las familias en este proceso, ofreciendo apoyo psicopedagógico adaptado a cada caso. Porque sabemos que educar con empatía es el primer paso para construir una infancia emocionalmente sana.
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