Cada día son menos los secretos que rodean a los efectos que produce el uso de pantallas en los más pequeños. No existen estudios que concluyan que las pantallas contribuyen a mejorar su desarrollo, más bien todo lo contrario.
Según Daniel Siegel ‘durante los primeros años de vida, los patrones de interacción entre el niño y el cuidador son la clave de un desarrollo saludable’, es decir, son las relaciones interpersonales las que dan sentido a los aprendizajes durante la infancia.
Las pantallas son un obstáculo para crear un vínculo de apego. Todo el tiempo que dediquen a estar frente a la pantalla está ausente de relaciones interpersonales, además de ir de la mano de la inactividad física, por lo que tenemos dos motivos para limitar su uso.
¿Cómo podemos gestionar el tiempo que dedican los más pequeños a las pantallas?
Las recomendaciones de la OMS nos hablan de cero pantallas hasta los dos años de edad y desde los 2 hasta los 5 años no exceder una hora al día, cuanto menos tiempo mejor.
La relación de nuestros hijos con el mundo digital, el uso de pantallas, va a ser un hecho, pero es recomendable que cuando llegue ese momento estén preparados. Es ahora cuando la familia desempeña un papel importante, ofreciendo experiencias reales que establezcan los cimientos de su desarrollo.
Siendo conscientes que en nuestro día a día casi todo son prisas, trabajo y cansancio, al llegar a casa supone un esfuerzo hacer borrón y cuenta nueva y recargar nuestra energía y paciencia para dedicarle tiempo a los más pequeños de la casa, pero sería un gran regalo intentar ver el mundo desde sus ojos, lleno de curiosidad y ansia de descubrimiento.
En sus recuerdos no estarán las horas de tele o videojuegos que pasen a solas, lo que si recordarán con cariño serán los momentos de juego y risas con mamá y papá, cuando disfrazados de piratas se les leía un cuento bajo la luz de una linterna, intentando descifrar el misterio del cofre secreto, cuando escondidos tras la cortina, venía el monstruo de las cosquillas a robarnos más de una carcajada o cuando al sonar la música todos nos ponemos a bailar con miradas cómplices. Apostaría que nosotros también recordaríamos estos momentos…
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